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Sólo materia

Bruno Marcos escribe sobre la exposición ‘Una distancia insalvable’ que se puede ver en la Fundación Cerezales hasta el 15 de junio

Un santo sin rostro, un obispo inventado con la espalda rota por cuyo agujero se han llevado sus restos con el hueso de la mandíbula y varias muelas, unos sillares de iglesia partidos por el suelo, la cabeza melancólica de un mártir de ojos en blanco girados hacia el cielo que desea con el corazón vaciado donde estaban sus reliquias, unos cuadros antiguos algo borrados con figuras que transportan la cabeza de alguien en la mano separados de la pared para que se vean por detrás el lienzo y el bastidor y, afuera, en el jardín, un sepulcro de piedra hueco en el que reposó el cadáver de algún aristócrata o alto eclesiástico volcado cara al público, tal cual lo tienen las monjas de su convento para sentarse al fresco en verano. LEER